Había una vez un tipo común. No era rico. No era famoso. Eras tú. Era yo. Se despertaba cada día con el mismo ritual: café, rutina, sueños que a veces pesaban más que motivaban. Y justo cuando creía que todo estaba en calma… ¡boom!
Un peo.
Grande, chiquito, urgente o disfrazado de insignificante. La vida no pregunta si estas listo. Solo lo lanza.
Pero aquí viene lo curioso: después del peo, siempre viene lo mismo. Una pausa. Un pensamiento. Una búsqueda. Y al final… la solución. a veces cuesta, duele, toma tiempo. Otras veces llega rápido, como si siempre hubiera estado ahí. Pero llega, siempre llega.
OJO CON ESO…
Y justo cuando el alivio toca la puerta… ¡otro peo!. Distinto, pero igual de exigente. Otra prueba. Otro obstáculo. Otro llamado a crecer. Y así, día tras día, año tras año: Peo, solución. Peo, solución. Peo, solución.
Lo que nadie te dice es que ese es el verdadero ritmo de la vida. No es el dinero, ni el éxito, ni la fama lo que define tu historia. Es cómo resuelves los peos que te lanza la vida. Desde el más pobre hasta el más rico, todos estamos en el mismo juego. Todos jugamos bajo la misma regla: No hay vida sin peos. No hay avance sin solución.
Así que , la próxima vez que la vida te lance uno de esos problemas que parece que va a quebrarte… Sonríe. Respira. y Recuerda: esto es solo otro episodio más del ciclo.
PEO. SOLUCIÓN. Y DE NUEVO…VIDA.
Nota: Un peo es un problema que necesita solución.