Mi abuela siempre decía: «A palabras necias, oídos sordos.» Y yo, como muchos, pensaba que eso era solo un consuelo de débiles.
Hasta que un día, lo entendí.
Era lunes, y bastó una mirada mal puesta para estallara una discusión en la oficina. Nadie escuchaba. Todos querían tener la razón. Y allí estaba yo, a punto de sumarme al fuego… Pero recordé otro de estos viejos refranes: «Donde no hay leña, el fuego se apaga.»
Respire. Me callé. Observé.
No gané la discusión. Tampoco perdí la paz.
OJO CON ESO…
A veces creemos que defendernos es pelear. Pero no. A veces, la verdadera victoria es saber cuándo callar. «En boca cerrada no entran moscas.» «El que se enoja pierde.»
Desde entonces, cada vez que la vida me invita al conflicto, elijo otra respuesta: Escucho. Sonrío. Me alejo.
Porque entendí que «más se consigue con miel que con hiel», y que no necesito tener la última palabra, solo la ultima paz.
CONSEJO DEL MONJE CHISMOSO:
No respondas a todo. No pelees cada batalla. A veces, el silencio es la mejor estrategia. Cultiva tu calma. Protege tu energía. Y recuerda: el sabia no se engancha.
