No fue por elección venir al mundo solo. Tampoco será elección cuando me vaya. Pero entre esos dos extremos, elegí algo: estar conmigo.
Mientras otros temen el silencio, yo lo abrazo. No es soledad lo que siento, es espacio libre. Espacio para pensar sin juicio. Para imaginar sin límites. Para hablar conmigo, sin filtros ni caretas.
He amado, claro. He sentido la energía de otros cuerpos, sus risas, sus miedos, sus luces. Y aun así, en ese ruido hermoso, siempre vuelvo a mi. Porque es en mi rincón interno donde florece la verdad. Donde mis ideas respiran. Donde mi creatividad no pide permiso.
Muchos lo llaman soledad. Yo le digo libertad.
OJO CON ESO…
Tengo empatía, si. Puedo sentir el dolor ajeno, reír con lo absurdo del mundo, sonreir con las tonterías de las personas, siempre intento comprender su situación, compartir una cerveza, un secreto, una noche de juerga. Pero después… me retiro. A mi templo sin puertas, sin ventanas. Donde tambien me masturbo -si, solo- porque hasta el placer más intimo se vuelve profundo cuando no se comparte por necesidad, sino por elección.
No estoy roto. No soy un ermitaño triste. Simplemente me encontré. Y cuando eso pasa… Ya no se necesita nada mas.
Nací solo. Moriré solo. Y en el medio… quiero ser Libre encontrando la Paz.
